La utopía se puede definir como la
representación de un mundo idealizado (irreal) en contrapartida al mundo real,
en el que se vive. Es decir, cómo nos gustaría que fuera nuestra vida.
La inconformidad del ser humano hace que su
vida sea un suplicio persistente y que sus sueños, utópicos, aquello que ansía
alcanzar, conseguir y realizar.
En infinidad de casos las personas se sienten
queridas, admiradas y respetas pero no especiales. Este hecho les hace buscar,
en infinidad de ocasiones, un mayor reconocimiento personal, a través de
riesgos innecesarios que sólo conducen al fracaso.
El sutil desengaño se acoge a la
precipitación en la toma de decisiones. Es necesario en estos casos valorar
aquello que posee, dado que no es más rico el que más tiene sino el que menos
necesita.
Se busca con demasiada codicia ser mejor que
el “otro” tanto en el plano personal como en el material. Es esta ceguera la
que más limita al humano en su afán de progresar.
Dicen que si puedes soñarlo, puedes hacerlo.
A mí, la voz de la experiencia me dice: “..ojo con lo que sueñas..”
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